miércoles, 28 de febrero de 2007

UN LÍDER Y SU PERSONALIDAD: caso Venezuela

Exacerbar la personalidad de un líder es una característica que se está explotando alrededor de la época del segundo mandato del presidente Caldera, cuando él decidió separarse de su partido político color verde que fundó. El transcurrir de los años y el fatídico pronóstico de un país casi en ruinas políticas, da origen a un sobreseimiento del personaje más característico que ha parido la pobre Venezuela.

Desde ese momento la República dejó a un lado a aquellos líderes políticos que de alguna forma había permanecido en la opinión pública por muchos años y comenzó a conocer a un hombre educado en la lid de la milicia y con un origen humilde que permitió la vinculación directa con aquellos que hoy menos tienen.

Las medidas económicas que para el segundo gobierno del Presidente Pérez se iban a instaurar -y otras muchos desaciertos de este gobierno- fue motivo para que un grupo de oficiales realizaran dos intentonas golpistas generando un aliento esperanzador entre los menos pudientes, formando un lazo estrecho entre ellos y el líder emergente.

Emergente es la necesidad de crear y fomentar una verdadera república, realista y vinculada con lo que muchos vivimos día a día y no un ideal utópico que fomenta un cabecilla, el que vive y respira en un pasado monosílabo y personalista, paternalizando lo que se había descentralizado.

Los sueños de crear una “Venezuela socialista del siglo XXI” –aunque nadie conozca las características de ellas- son cada vez más reales. Reales porque si, cerrar medios de comunicación, controlar precios, aumentar las listas de los presos políticos, vulnerar la diplomacia mundial, manejar como un hato lo que una vez fue un país, entonces sí estamos cerca. No de convertirnos en un homólogo de los cubanos, no, ese no es el problema. El problema radica en estimular los odios, los rencores, las divisiones, el miedo, la autocensura, y lo que es peor que nos estamos acostumbrando.

Monopolizar los medios de comunicación, con su hora y media diaria de “Aló Presidente”, es un fanatismo autocrático que fomenta que la bota del que representa al Gobierno, esté sobre el Estado ejecutando acciones propias de un egocentrista que toma el Poder en su manos para aplastar a quien estén del bando opositor, acusándolos de hasta de golpistas cuando otro fue quien planeó golpear a la moribunda nación en fechas de Carlos Andrés.

Señor Presidente, usted que se vanagloria del amor desinteresado hacia el prójimo, cuándo dejará de comprar, camisas francesas, armas iraníes, avión presidencial, cuándo dejará de dar paseos por el mundo con la excusa de fortalecer vínculos con aquellos países separados del sistema de gobierno ideal como lo es el democrático. O es qué tanto poder dentro de este Gobierno “rojo, rojito” lo ha malcriado.

No espero que responda, sería mucho pedir y seguramente sería un monólogo sin sentido igual que todos, sin respuestas, sólo afirmando que está fortaleciendo un movimiento que claramente no existiría, sin su único y magnánimo líder. Hugo Rafael Chávez Fría.